Sherezade.
Ni
por todo el oro del mundo Sherezade dejaría de caminar por las calles de Viena.
El
oro de su pelo y la vida en sus labios, mezclado con el hambre de vida de sus
ojos, recorrían cada esquina de la ciudad, ávidos de encontrar la señal de un
destino para ella.
Ni
el miedo, ni el dolor, ni la tristeza.
Ni
el amor, ni el odio ni el rencor.
Nada
conseguiría frenar la mirada que hipnotizó a un mundo, los ojos que reflejaban
las verdades de los ojos que la miraban.
Nada
conseguiría borrar la experiencia de sus labios, unos perfectos ladrones que
robaban la esencia de los labios de todo aquel que caía ante el encanto de
Sherezade.
Sherezade,
la leyenda de Viena, el alma anclada en sus calles, su mirada guardada en mi
corazón.
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