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sábado, 10 de noviembre de 2012

Inspiration.

Huuuuuuuuuuuolap! Estos días no voy a poder publicar mucho, y no tengo tiempo para crear entradas, así que os voy a poner una de mi otro blog, espero que os guste tanto como a mi me gustó escribirla!:)



 "Ann siempre había querido visitar París, se sentía muy unida a esa ciudad. Su padre, Gerard, nació en la capital francesa, y desde que Ann nació siempre le contaba historias acerca de sus gentes, sus calles, sus mercados…
Allí, en Lubelskie, donde ella vivía, no había nada que levantase su interés. Todos los domingos, se calzaba sus gruesas botas de cuero, se ponía su ajado abrigo (allí en Polonia la crisis estaba siendo cada vez más grave, y la población vivía en pobredumbre) y, acompañada de su diario, salía a pasear. Disfrutaba mucho visitando el parque Slasky, sentada en el banco situado a la derecha del árbol caído, leyendo o viendo a la gente pasar. A veces la acompañaba su hermana pequeña Elise, pero prefería ir sola.
Un domingo de febrero, una mujer se acercó a Ann. Era una señora mayor, con el pelo blanco como la nieve, y unos ojos muy parecidos a los de Ann, de color grisáceo.
-         Buenos días, pequeña, ¿Me puedo sentar?
-         Por supuesto, señora.
La mujer se sentó lentamente, y  su mirada se perdió en el lago que tenían enfrente. Ann no pudo evitar observarla. Parecía mucho mayor de lo que seguramente era, y sus manos tenían un constante temblor. Alrededor de sus labios había pequeñas arrugas que evocaban millones de sonrisas, y en sus ojos se podía percibir su experiencia y el brillo de muchos capítulos que rememoraba cada día. Estaba tan ensimismada que no se dio cuenta de que la mujer se había girado hacia ella.
-         Pequeña, este lago es el más bonito que he visto en toda mi vida. De pequeña solía venir aquí a bañarme en verano con mi madre, y en invierno me gustaba ver como la superficie congelada dejaba ver a los peces nadar en las aguas más profundas. Pero mi ansia de ver mundo hizo que no supiese apreciarlo. Cuando terminé mis estudios me dediqué a viajar por Europa, y viví en Munich y en París durante mucho tiempo. Pero de la que mejor recuerdo tengo es de París. Todavía puedo sentir la brisa de la mañana en la place du Parvis, con el sonido de las campanas de Notre Dame de fondo, o los cafés de Pigalle, frente al Moulin Rouge. Era una ciudad realmente preciosa, pequeña, yo siempre había querido vivir en ella. Pero ni el Moulin Rouge, ni Notre Dame, ni la Torre Eiffel sacaban a relucir las emociones tan vivas que aparecen cuando visito este lago. Viajé por Europa buscando sentirme llena, encontrar mi hueco ideal en la ciudad que creí que sería la capital de mi cuerpo, pero no lo conseguí. Así que volví a Lubelskie. Este lago tampoco consigue llenarme del todo, pero la sensación se parece muchísimo.
-         Vaya, su vida ha sido realmente increíble, señora. Ojalá yo también pudiese visitar todos esos lugares, y, oh, París…
-         Lo harás, pequeña Ann, y tu también podrás sentir el magnetismo de Notre Dame, o la magia que esconde el Moulin Rouge.
-         Perdone, ¿Cómo sabe mi nombre?
La mujer le dirigió una sonrisa, y la miró cálidamente. Poco a poco, se levantó, y comenzó a andar hasta perderse en la lejanía. Ann no entendía nada. Todavía con el recuerdo de esa extraña mujer en la cabeza, puso dirección hacia su casa, pero se detuvo al ver que la señora había olvidado algo. Se acercó al banco, y vio un diario, idéntico al de ella. Lo abrió, y se sorprendió al ver su nombre escrito en la primera página. No podía ser…
Rápidamente, abrió su diario al lado del de la mujer. Las firmas eran idénticas. Pero el de la señora estaba completo, y el de Ann todavía no. Sólo podía significar una cosa.
Ann cerró los diarios, y dirigió sus ojos grises al lago. Su reflejo no mostraba a una niña de pelo negro, sino a una mujer de pelo canoso. Pero la mirada era la misma."

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